Retablo Jesuítico
El retablo ha sido definido como mueble de culto, que desarrolla un escenario de imágenes detrás de la mesa del altar. (JJ Martin González, El sagrario y manifestador eucarístico en el retablo barroco español)
Los retablos son Bienes Culturales, de composiciones unitarias que están realizadas en un lugar y tiempo determinado, con una iconografía preestablecida, para el culto religioso, por tanto las pinturas originales que están en el retablo pertenecen a su historia y tienen un relato iconográfico continuo que se debe respetar. (Carta de Venecia 1962)
El retablo ubicado actualmente en el nuevo Templo Parroquial de San Miguel fue trasladado en el año 1853 por orden de Don Carlos Antonio López traído desde la “arruinada capilla de Loreto, situado en el cuadro de la iglesia parroquial de San Ignacio que mandé derribar siendo innecesario su restablecimiento en aquel punto” (Gutiérrez Ramón, Evolución Urbanística y Arquitectónica del Paraguay 1537 – 1911). De estilo barroco español con unas dimensiones de 3,00 M X 4,71 M, de madera de pino, tallas policromadas con dorado a la hoja de origen presumiblemente jesuítico, cuenta con tres (3) nichos, un cuerpo (1), ático, tres calles, una principal y dos laterales.
La planta está constituida por el sotabanco de madera policromada con ornamentación en bajo relieve y el anagrama AVE MARIA y las palmas entrecruzadas; Predela, con peldaños y plafones rectilíneos policromados, en el centro se encuentra el sagrario de una sola puerta en donde se encuentra tallado el cáliz.
El primer cuerpo en el que se observan tres calles, en la principal se sitúa la hornacina destinada a la imagen de bulto de San Miguel Arcángel, la misma se encuentra flanqueada por columnas tritostilas adornadas en el fuste con una imitación marmórea y bajo relieves fitomorficos y el capitel rebosante de hojas de acanto, cuyos tallos dan lugar a una especie de volutas o espirales (caulículos) en las cuatro esquinas, en la calle lateral izquierda se encuentra la hornacina que alberga a la imagen de bulto de yeso de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en la calle lateral derecha se observa la hornacina destinada a la imagen de bulto, también de yeso de San José y el niño.
El primer cuerpo se halla rematado por un entablamiento (arquitrabe, friso, cornisa) policromado, ornamentado (en el friso) con bajo relieves de figuras fitomorficas y roleos dorados a la hojas.
El ático o remate ubicado sobre la calle principal se halla policromado, se observa en el mismo una ornamentación en bajo relieve con dorado a la hoja. (Villagra Petrona – Verón Verónica, Informe de Restauración 2015)
Como parte de la restauración del templo parroquial encarada en el 2013 se contempló también la puesta en valor del retablo, teniendo en cuenta los principios de intervención propios para este tipo de obra.
El antiguo retablo jesuítico perteneciente a la Capilla Lauretana de San Ignacio Guazú pertenece al Barroco español. Posee una dimensión total de 3,00 M X 4,71 M, es de madera de pino y posee tallas policromadas con dorado a la hoja.
LOS PRINCIPIOS DE INTERVENCIÓN
Para su intervención, las restauradoras tuvieron muy en cuenta que “Los retablos son Bienes Culturales, de composiciones unitarias que están realizadas en un lugar y tiempo determinado, con una iconografía preestablecida, para el culto religioso, por tanto las pinturas originales que están en el retablo pertenecen a su historia y tienen un relato iconográfico continuo que se debe respetar”. En base a esto fueron aplicados los principios de mínima intervención y en caso de reintegraciones, éstas serán discernibles y reversibles.
FUENTE: Arq. Aníbal Cardozo Ocampo, Arq. Norma Medina Ruiz
LA IMAGEN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
La imagen que preside el retablo de la iglesia parroquial de San Miguel Misiones, talla jesuítica de madera policromada, posterior al 1722. San Miguel barroco “de los grandes bucles” replica de una obra original de Brasanelli. Dicha talla impacta por su monumentalidad consecuencia de su composición frontal y simétrica, acrecentado además por sus notables y sorprendentes atributos como los grandes bucles, los pliegues de la capa, la gran espada y balanza, notables características y excelente ejecución que revelan una autoría europea con fuerte carácter misionero guaraní.
La cabeza del San Miguel exhibe características únicas. El rostro no es ya europeo ni tampoco americano. Es un prototipo superior en el que la geometría, la simetría y la frontalidad han puesto cauces a los desbordes barrocos, han puesto estructura a la suntuosidad efímera que caracteriza a ese estilo. La forma de óvalo y los ojos algo oblicuos pudieron tener relación con aspectos de la anatomía guaraní, No así la pequeña boca y nariz respingada que provienen, según suponemos, de recuerdos de los rostros de ángeles de Bernini.
En lugar de casco tiene una cabellera de grandes bucles, como si fuera una peluca. Esos bucles recuerdan las grandes pelucas de los bustos-retratos de Bernini. Sin duda en este caso han sido interpretados como un símbolo más del status y poder del Ángel, el que adopta además una postura frontal muy significativa. La imagen del San Miguel con grandes bucles es concebida como el retrato de un personaje celestial, revestido de todos sus atributos de magia, asombro y poder.
Los ángeles entre los guaraníes tienen un arraigo muy profundo y carismático. Juntamente con los santos, ellos fueron identificados con los seres míticos de su cultura, elaborada durante milenios, antes de la llegada del cristianismo. Cada aspecto de la vida tenía como destinatario un ente mítico que canalizaba las corrientes imaginarias aglutinadas hacia ese sentido. El lado antagónico y violento de la vida, y todo lo relacionado con la guerra, tenía en el Arcángel San Miguel el garante del triunfo del Bien sobre el Mal. El “príncipe de las milicias celestiales” se convirtió también en el “príncipe de la milicias misioneras”, en su lucha sin cuartel frente a la amenaza constante de los bandeirantes portugueses.
Fuente: Bozidar Darko Sustersic – Imágenes Guaraní – Jesuíticas